Disparidades

He de aclarar antes de dar paso a los cortos. Tales relatos no poseen relación alguna y son publicados en un mismo post sólo por la característica de ser disparidades y por la intención de mantener un flujo simple entre las publicaciones. Entiéndase  ‘un post para una única frase no es adecuado según mi psicótica manera de ser’. Sin más les dejo leer.

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 Despertó sintiéndose ultrajada. Giró, viendo a su lado una carta de despedida sobre la otra almohada.

 

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No puedes olvidar por completo tu humanidad. Nunca dejas de sufrir esa naturaleza. Algún día… algún día lo recuerdas, y esa fría, sádica manera de actuar desaparece por un momento, y caes en cuenta de lo que solías ser. Quizá con alegre melancolía o con inmensa furia. Pero lo recuerdas. Y una vez que esa memoria taladra tu mente, necesitas hacer desaparecer esa humanidad, antes de que logre destruirte.

 

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Dices que eres capaz de dejarlo. Dices que será fácil, que en cualquier momento la sed de sangre se esfumará de ti, como si nunca hubiese existido. Pero no es así, nunca lo es.

Como cualquier otra droga, porque es una droga, como cualquier otro vicio, tan absurdo como los demás. Empieza por accidente, o por mera curiosidad. Luego descubres que te gusta  y sigue como un pasatiempo, como un hobby que, creíste, serías capaz de de controlar y abandonar sin inconvenientes. Y es entonces… cuando te das cuenta que se convirtió en el pilar de tu vida. En el pan de cada mañana. En esa dosis que, supiste, nunca podrías dejar.

¿Qué? ¿Supiste acaso en qué pensar, en qué sentir?… ¿Acaso pudiste pensar siquiera? No, ¿verdad? No, porque no hay ningún pensamiento qué hacer al respecto. ¡Ni siquiera puedes pensar! Eres un ser asquerosamente hueco. Una mente mecánica que sigue en pie sólo por el afán de perseguir destrucción.

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Se observaban, sabiéndose ambos prontos a perderse. Sus ojos, de un etéreo azul,  le miraban esperanzada. Los de él, cual carbón, le veían penetrantes, como el cortante frío de la oscura noche.

 

Con voz trémula, preguntó:

– ¿Por dinero? – Él le observó. Uno, dos, tres… y la  grave voz hizo eco en sus oídos

– No tanto por dinero como por plácida obsesión – Él trazó un corte con la navaja que llevaba en mano

 

La  sangre brotando del delicado cuello, llevó sus dedos al río carmín y untó  con lascivia sus labios. La besó, y mientras ella sentía morirse, él deliraba con la libido de saborear  el plasmático óxido.

 

Para cuando dejó de rozar los labios carnosos con los suyos, los etéreos azules comenzaban a oscurecerse.

 

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Ahora han de tener claro que será ésta la dinámica de las disparidades. Qué  otra si  no.

Fernanda

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Un pensamiento en “Disparidades

  1. aniurbeatle dice:

    Me han encantado irremediablemente.
    Estas disparidades se me antojaron burbujas de diferentes tamaños. No puedo decir cuál es mi favorita porque todas son realmente deliciosas.
    Me inspiran melancolía y al mismo tiempo chispas de regocijo… ah, no sé, es que siempre es tan grato leerte.

    «Los de él, cual carbón, le veían penetrantes, como el cortante frío de la oscura noche.» Me llamó mucho la atención esta parte, negro de una intensidad vertiginosa.

    Espero que publiques más de estas disparidades, ¡son alucinantes!

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